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Miguel de Unamuno

ANECDOTARIO DE UNAMUNO

 

     Se hablaba delante de Don Miguel de un viejo escritor castellano (no se recuerda el nombre), cuando de repente un crítico entendido y especialmente severo le preguntó:

–– ¿Lee usted a ese autor tan indigesto?
–– Perdone usted, ––replicó Unamuno–– hay cosas indigestas que son agradables, por ejemplo la langosta. Lo malo es lo “indegutible”, como el jabón, el serrín y algunas preguntas estúpidas como la que usted me hace.

     Cuando se le otorgó a Don Miguel la Cruz de Alfonso XII, fue al Palacio para expresarle al Rey su agradecimiento y en síntesis le dijo:

–– Vengo a presentarme ante su Majestad para darle las gracias por la cruz que me ha otorgado, y que merezco.
–– Es extraño ––contesto el rey Alfonso XII con cierto asombro––. Todos los que vienen a darme las gracias por una distinción análoga dicen siempre que no la merecían.
–– Y dicen bien, Majestad.

     Otra anécdota se recuerda de su clase. En una de ellas, los alumnos del último banco charlaban por lo bajo, riéndose, tirando pelotitas de papel, distraídos, sin hacer ningún caso a las explicaciones del profesor. Don Miguel molesto por este  comportamiento, se puso en pie y ordenó enérgico:

“El último banco a la calle”.

     Se hizo el silencio en el aula. Los alumnos de la primera fila se volvieron a mirar hacia atrás. Y los del último banco sorprendidos, cruzaron una mirada entre sí y muy serios y dignos, se levantaron, cogieron el último banco, abrieron una ventana y lo arrojaron a la calle.

     Durante una conferencia sobre Literatura Inglesa, Unamuno repetía la palabra “Saquespeare”, al citar al autor inglés. Los asistentes comenzaron murmurar, criticando la pronunciación del conferenciante y Don Miguel al darse cuenta de la reacción de los alumnos dijo:

«Disculpen ustedes mis palabras, pero ya que los presentes parecen conocer perfectamente el idioma inglés terminaré mi exposición en esta lengua».

Comenzó a hablar en inglés y el público se quedó perplejo y comenzaron mirar de manera inquisitiva a los que comenzaron a murmurar al escuchar la palabra “Saquespeare”. Casi nadie entendió la conferencia.