inti online languages

La Inquisición

Interrogatorios

Inquisidor: ¿Cómo te llamas?
Prisionero:
Inquisidor: ¿Sabes por qué te hemos traído hasta aquí y por qué te hemos detenido?
Prisionero: No, no lo sé.
Inquisidor: Mira, la Inquisición no detiene a nadie sin motivo. ¿Eres consciente de ello? ¿Tienes algo que decirnos? ¿Alguna confesión?
Prisionero: No, no tengo nada que decir. No sé por qué me han traído aquí.
Inquisidor: Vete a tu celda y piensa en ello.
Prisionero: No tengo nada que contar, no sé por qué estoy aquí. De verdad, déjenme marchar.
Inquisidor: Sabes que tenemos también a tu familia, y que puedo llamar al torturador en cualquier momento, y tú eso no lo quieres, ¿verdad?
Prisionero: No señor Inquisidor, yo eso no lo quiero.
Inquisidor: Pues ahora vete a tu celda y piensa en ello, seguro que te acuerdas de algo.
Prisionero: Quizá si estuve donde ustedes dicen, pero por favor, no hagan daño a mi familia. No me torturen, no me impongan castigos innecesarios.
Inquisidor: ¿Acaso te atreves a insinuar que la Inquisición actúa sin criterio? Avisad al torturador, este hombre es un hereje.
Prisionero: ¡Noooooooooo!

Monólogo del prisionero
“El suelo de la cárcel era de losas, las paredes hechas de piedra y muy gruesas, el lugar era muy frío en invierno y tan húmedo que mi ropa estaba siempre empapada. Esa fue mi morada durante casi tres años”. “Las celdas de Córdoba se describían como horribles madrigueras de ratas y serpientes, donde los cautivos enfermos desesperados pasaban hambre. Los carceleros los maltrataban como a perros.”

Testigo de una incineración (hoguera)
“Cuando las llamas lo alcanzaban, se inclinó y se contorsionó y estaba tan gordo como un cerdo cebado y ardió por dentro, así que cuando las llamas pararon, seguía ardiendo como un carbón al rojo vivo, acababa reventando y sus entrañas se desparramaron”.