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Cristóbal Colón en Salamanca

Diálogo: Fray Diego de Deza

Fray Diego de Deza, hombre tranquilo y reflexivo. Ponderado y filántropo recibe en sus aposentos del Convento de San Esteban a Cristóbal Colón. Con un espíritu aventurero y un dogma evangelizador, este dominico escucha al almirante.

 

Deza: – Tengo una gran expectación hacia tu discurso; cuentan que traes entre manos un proyecto ambicioso y muy tentador para la corona.

Colón
: – Con su permiso, he de exponerle claramente que mi mayor propósito es llevar la palabra de Dios al nuevo mundo.

Deza:
 – Interesante apreciación…

Colón:
 -Es por ello, por lo que he pensado en los padres dominicos, evangelizadores por naturaleza, quienes pueden ejercer de mecenas en este magno proyecto.

Deza:
 – Estimado Colón, nada me gustaría en este mundo más, que poder sufragar los gastos que tu empresa requiere, pero tengo una fórmula más acertada.

Colón:
 – Le escucho con gran respeto y admiración Fray Diego de Deza.

Deza:
 -Como a buen seguro has de saber, mis contactos en la Corte son relevantes. Me respetan por mi posición de catedrático de teología en la Universidad de Salamanca. Además poseo amistad con los ayudantes de cámara.

Colón:
 – Sin duda, es usted respetado.

Deza:
 – Es por ello, por lo que quizá pueda conseguir una audiencia con sus majestades los Reyes Católicos. Será un proceso lento y muy laborioso, y has de tener paciencia. Si quieres portar la luz hacia nuevos horizontes, debemos perseverar.

Colón:
 – He penado mucho hasta llegar aquí, y confío en este proyecto. Quiero poder demostrar que puedo llegar a las Indias viajando hacia el oeste. Sólo necesito ser escuchado y un mecenas que se haga cargo de mis marineros, así llevaré la corona española y la palabra de Dios allende los mares.

Deza:
– Tu entusiasmo obtendrá recompensa, sin duda, trataremos con todas nuestras fuerzas que la Reina Isabel escuche tu proyecto. Pero, has de tener en cuenta que, una vez que tengas la aprobación real, serás sometido a la Junta de Científicos, presidida por sus majestades. Tu argumento debe ser sólido e irrefutable para convencer a los sabios que allí se hallen.

Colón: 
– Fray Diego, creo en mi proyecto tanto como creo en Dios, de modo que deseo que llegue ese momento para exponer los detalles de mi viaje…

Deza:
– Que así sea querido Colón.

Colón:
 – Eternamente agradecido a usted y la historia acaba de comenzar.